HACIA UN NUEVO MUNDO

 



HACIA UN NUEVO MUNDO

 

Estimados padres:

 

Al entrar en la capilla para participar en el servicio religioso de ayer, me se enredó la falda y casi me quiebro una pierna. Le doy gracias a Jesús, porque se arremangó la señora Emily Barr, que es muy principal y me auxilió. La señora Barr es muy rica y educada y me hizo amiga suya y hemo estado parloteando mucho. Ella se ha encabezonado para que les escriba esta carta, como si ya no me hubiera despedido de ustedes ya. Pero, como me da esta ocasión, porque ella paga el correo que enviará a media mañana desde Irlanda, pues he decidido escribirles. Nosotros no podríamos pagarlo.

Seré breve, estimados padres, porque, aunque aprendí a escribir en casa de la señora Harris, con las otras criadas y la señora era muy buena con nosotras, me se hace un poco cansado pintar todas las palabras letra a letra.

Estimados padres, es muy hermoso poder estar aquí. Sobre todo, quiero agradecerles el esfuerzo que han hecho nuestras familias y nuestros vecinos para que esto pueda ser así. Sobre todo, ustedes y como los padres de Michael, que han sido no sé cuántos meses de ahorro junto a tó el vecindario. Por eso nosotros logramos buscar una nueva vida y decirles adiós. Aunque siempre les llevaremos en nuestro corazón y recuerdo.

La vida aquí es muy atractiva. Nos dan de comer todos los días, que ni que fueran fiesta. Los desayunos son abundantes y con salchichas y huevos y a medio día también con carne, que da gusto. Ni en casa de la señora Harris comía tan rebién y eso que era muy buena.

Por lo demás, es una pena que algunas mujeres tengamos que dormir en dormitorios separados de nuestros hombres, pero no hay camarotes suficientes para matrimonios y son las leyes de la mar. La señora Emily y su marido sí que tienen un camarote para ellos solos. También una doncella compartida para tres familias que se la pone la naviera. Hay algunas familias todavía más ricas, se han traído el servicio y pagan cien veces más que nosotros por el mismo viaje. Para los de tercera clase, que Michael dice que somos setecientos, solo hay dos bañeras y en el hotel, antes de zarpar, algunos tuvimos que dormir en el suelo, por escasez de camas.   

Cuando hicimos parada en Francia, nos contaron que allí tienen una hora distinta que la de nuestra querida Inglaterra, una hora más. No me entra en la cabeza, porque si Jesús hace salir el sol en todos sitios igual, no entiendo por qué allí miden mal el tiempo, pero son cosas de los relojes. Yo miré todo el rato el de Michael cuando llegamos a Francia, que se lo regalaron en nuestra boda. Pero no vi que las agujas caminaran más deprisa, sino que seguían como siempre, adelantándose poco a poco.

Estimados padres: os vamos a echar mucho de menos en nuestro nuevo país y estamos llenos de ilusión, haciendo una nueva vida en un mundo nuevo.

Ayer, un niño se puso a llorar sin descanso, mientras el baile de la noche. Algunos hombres ya estaban jugando a las cartas en la sala de fumadores de tercera, que yo creo que apuestan, aunque la naviera lo ha prohibido. Las mujeres y su madre nos pusimos a consolar al niño. Decía, sin parar de moquear, que ya no verá a sus primos nunca y yo pensé en mi primita Rosy. Es tan bonita, con sus mofletes y sus trenzas, y se quedó llorando cuando zarpamos de Southampton.

Estimados padres, ya estoy llorando de nuevo y no quiero, porque este adiós es alegría de que vamos a un mundo nuevo. Michael está guapísimo con la gorra vieja de su padre y los tirantes de su abuelo. Seguro que encuentra pronto un trabajo con el que pueda mantener nuestra casa y hacer fortuna. Esperamos que Jesús nos bendiga pronto con los hijos que nos alegren los días.

No quiero llorar más, que si lo hago es de amor por ustedes y ya me canso de escribir. En cuanto lleguemos a nuestro feliz destino, les escribo para que sepan que todo ha ido bien, aunque tenga que pedir dinero prestado para el correo.

Un abrazo muy fuerte para los dos y para sobre todo para usted, querida mamá y también para mi primita Rosy. Y recuérdele a Rosy que este barco no se llama Tántalo, como ella dice, sino Titanic, que es un nombre muy importante.

Un beso muy fuerte, suya siempre.

Martha.

 

© Guillermo Arquillos 26/02/2023

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