PAREJA EN UNA ROMA SIN VERBOS

 






PAREJA EN UNA ROMA SIN VERBOS

[A raíz de una clase del curso pasado que trataba sobre posibles modos de acabar una historia, me propuse escribir un relato completo prescindiendo de uno de los instrumentos más habituales en el idioma. El resultado, que no va más allá de una simple curiosidad, me parece interesante en el sentido de que consigue contar una historia completa, a pesar del estilo rígido y sincopado que tiene].

 

 

PAREJA EN UNA ROMA SIN VERBOS

365 palabras exactas

 

Hombre alto, mujer morena y baja. Primavera del ochenta y seis. Fontana de Trevi rojiza a la luz del ocaso con miles de turistas y restos de pizza por los suelos.

—¡Qué locura la pizza al taglio!

—Desde luego, Carla, qué locura.

Matías y Carla. A su derecha, una iglesia grisácea y sin nombre en los planos. A su izquierda, una calle hacia el Panteón y, más allá, el camino hacia la Piazza Navona (“la più bella piazza del mondo”).

Lágrimas en los ojos de Carla: anteayer mucha gente en el tanatorio y solo los íntimos en el entierro. Luego, el aeropuerto con la maleta roja, la de Alfredo, y una mochila grande, la de Matías. Hoy, pizza y coca-cola en la Fontana.

—Una maravilla, mujer, ¿no? La Piazza Navona con los pintores de noche. Encantadora, sí. Puro arte.

—¿De verdad? —recuerdo doloroso de Alfredo y su estudio de pintura, de los olores a pasta de óleo y del desorden y manchas antiguas en los caballetes, en el suelo y hasta en el techo.

—Seguro, seguro. Un lugar único, sin duda. Un ambiente extraordinario y mágico.

Un segundo de reflexión: Carla y su hondo dolor.

—La vida, Carla. La vida...

Ella, la viuda joven de Alfredo, con Matías, el cuñado, en Roma. «¡Qué “buen hermano” este Matías, con la viuda en Roma! ...»:

—Nuevos proyectos, Carla, nuevas ilusiones. Atrás el sufrimiento. Adelante el futuro.

Una mano en la otra. Pasos más lentos, sin ninguna prisa.

A mitad del camino, andares lánguidos y brazo por el hombro. Escalofrío en ella. Olor a gasoil viejo de los ancianos autobuses, junto a los artistas callejeros, su música y su pintura con tiza en el suelo a cambio de unas cuantas monedas: unas pocas liras y una sonrisa de admiración, reconocimiento y envidia. Turistas, muchos turistas. Y un montón de carabinieri: protección contra los carteristas. ¡Menos mal!

Ojos en los ojos, pensamientos secretos…

Mirada recíproca de amor y largos besos.

Ahora, sin Alfredo, marido de Carla y hermano de Matías, besos nuevos, secos y prometedores.

Inicio de una nueva vida con esta otra pareja, tras la larga espera durante tantos años entre las sombras.

Lágrimas de descanso, de amor.

 

 

© Guillermo Arquillos — 17/05/2022

(Revisión: 12/12/2022)

 

 

(Se ha intentado que el texto —con 365 palabras exactas— prescinda de todos los verbos. Creo que no contiene ninguna forma verbal—personal o no—, ni siquiera un participio que actúe como adjetivo).


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