La cuesta que baja hacia el río
La
cuesta que baja hacia el río (900 palabras)
Tamara
está nerviosa. Desde su escondite, detrás de los coches, puede ver cómo Mario, el
chico de Blanca, no para de gritarle y le ha pegado un par de bofetadas a su
amiga.
No es hora de que ande la gente por aquella zona de la ciudad y menos por la cuesta que baja hacia el río, mal iluminada, con algunas farolas rotas. Pasan coches muy de vez en cuando. Las escasas luces se reflejan en un charco y en el agua que hay entre los adoquines del pavimento. El único sonido que se escucha en toda la calle es el de la discusión de su amiga con el muchacho.
Aquello no es ninguna sorpresa para Tamara porque Blanca ya le había contado cómo era Mario: «una persona inestable, que igual ayer era el hombre más optimista del mundo, y hoy está depre total. Además, por si fuera poco, luego están las borracheras que se coge un día sí y otro no».
«Le pasa lo mismo que a Carlos, mi novio —piensa Tamara—. Pero lo de Carlos es todavía más grave porque encima se coloca un montón de veces. Cuando no es con el chocolate es con la cocaína o con las anfetas. Además, un día de estos se le va a ir la mano con el machete que siempre lleva, que parece que va al monte. Dice que es “su mejor amigo”».
La pelea de la pareja va a más. Tamara permanece agachada sin que puedan verla. Tiene miedo de intervenir y de que el chico de Blanca la tome con ella porque sabe cómo se las gastan los tíos como Mario. Ya tiene experiencia de las zurras que le propina Carlos. Precisamente por la última de esas palizas acabó en urgencias y de ahí la llevaron a comisaría: le había dejado la cara desfigurada y llena de moratones. Asuntos Sociales la mandó al piso para que estuviera más segura que con la simple orden de alejamiento.
Blanca se lleva otro tortazo. Tamara piensa que tiene que hacer lo que sea: no puede quedarse de brazos cruzados.
«Nadie nunca mueve ni un dedo por los demás, —piensa Tamara— Lo más que hacen es decir “seguro que se lo merece, algo habrá hecho”. Y a otra cosa, mariposa. Nadie se va a meter en líos por una mujer a la que está pegando su pareja. Las manifestaciones y las pancartas quedan muy bonitas por la tele pero, excepto la familia, ninguno es capaz de dar un paso al frente y, si hace falta, “meterse en líos”. Las mujeres estamos solas en todo esto».
A pesar de su miedo, no puede permanecer con una simple espectadora de algo tan brutal.
***
Carlos, su novio, permanece en paradero
desconocido. Los amigos dicen que fue a darse una vuelta para despejarse un
poco y que se le pasara el colocón. Lo vieron marcharse por la cuesta que baja hacia
el río.
Guillermo
Arquillos
Año
2021. Septiembre
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